Hace ya un par de meses que regresamos de Camboya. Un viaje donde pudimos hacernos una idea general del país, con las limitaciones de ser solamente dos semanas, donde pudimos apreciar las diferencias notables entre la gente campesina y la gente de la capital.
Disfrutamos de extensos paisajes de arrozales salpicados de palmeras con ese verde intenso del final de la época de lluvias, además de selvas inmensas y cascadas increíbles, por no hablar de los impresionantes templos. Los campesinos son gente muy tranquila y siempre con la sonrisa, no se puede decir lo mismo de los residentes en Phnom Penh, donde se ve que el ritmo de vida es “diferente”. Os recomendamos que os pongáis en manos de Salva y Esther, viajaréis en multitud de medios de transporte y siempre os sentiréis seguros y en buenas manos. También tuvimos suerte al ser un grupo muy reducido y hacer “buenas migas” con los compas de viaje. Ah, la extensión final a Sihanoukville estupenda, un sitio ideal para pasar un par de días sin otra ocupación que pasear por la playa, beberte unas cuantas Angkor beers y tumbarte por la noche a mirar las estrellas.