Hace no mucho subía algunas fotos a nuestro Facebook en la que aparecían algunos monjes en Camboya con teléfonos móviles. Los precios de estos no son precisamente baratos. Las imágenes, que por otro lado no dejan de ser curiosas, me llaman la atención y me demuestran de nuevo que Camboya está cambiando a pasos agigantados. Este cambio está afectando incluso a uno de los principales aspectos de la vida en el país como es la religión.
Hasta donde yo sé, un monje tiene votos de castidad, pobreza y obediencia. Evidentemente usando Iphones, el segundo de los votos brilla por su ausencia y tira por tierra un de los pilares sobre los que se asienta la filosofía del monje budista.
¿Tiene derecho un monje a usar teléfono?, Pues claro que sí. Pero seguro que con el precio de esos teléfonos podrían ayudar a un buen número de familias pobres que con toda seguridad tienen necesidades primarias. Cuando he preguntado a algún monje por el precio de los teléfonos, la respuesta siempre es la misma… «Me lo ha regalado una familia que viene a la pagoda». De igual forma esta familia podría destinar el importe del teléfono a ayudar a los pobres. No voy a negar que el mundo avanza, para los monjes budistas también, pero si alguien desea tener un smartphone, el camino para conseguirlo no debe ser hacerse monje, seguro que hay otros caminos por los que hacerse con uno de estos terminales.
Poco a poco, los monjes que siempre han tenia una posición de máximo respeto en Camboya, empiezan a abandonar su vida monástica. Empiezan a tener una vida mucho mas cercana a la de los ciudadanos normales. Por supuesto que no voy a incluir a todos los monjes en estos comportamientos pero puedo asegurar que son cada vez más los que usan teléfonos móviles de alta gama, comen a horas no correctas, e incluso usan chofer en algunos casos.