Llegamos a Camboya, sabiendo poco sobre su historia, pero nos impacto su gente, la bondad que transmiten después de todo el sufrimiento inhumano al que fueron sometidos. Es un viaje inolvidable, que te engancha, no puedes quitar de tu retina sus paisajes, los templos, sus pueblos, los niños…
Volvería sin pensarlo, merece la pena, es un país que necesita por lo menos, dos viajes para asimilar lo que es. Desde luego siempre con Salvador y Esther, creo que han sabido transmitir lo que un viajero necesita…son increíbles…