Recuerdo cuando era pequeño, muchísimo antes de vivir en Camboya, unos 12 o 14 años, y hacía mis primeras salidas con los amigos por el centro de Málaga. Nuestra única finalidad era ir a comer un perrito caliente a un lugar que se llamaba «El Guanche». Era increíble ver como te hacían un perrito caliente en sólo 5 segundos. En aquel lugar cercano a la plaza de la Merced, estoy seguro que los malagueños de mi edad lo recordarán. Fuero pasando los años y con los años «El Guanche» cayó en el olvido de mi memoria.
Hace unos días recibí a unos clientes, padre e hijo, y el padre me preguntó si yo era de Málaga y le respondí que sí. Me preguntó si había conocido la hamburguesería «El Guanche» y le dije que claro, de golpe se me vinieron a la cabeza infinidad de recuerdos de mi infancia, los discos singles, los pantalones vaqueros Lois, las zapatillas de deportes Paredes y ese local frente a la casa donde nació Picasso en el que comía los mejores perritos calientes que había comido nunca. Ventura, que es como se llama este hombre, me dijo que él fundó «El Guanche» junto con un amigo.
Puedo aseguraros que me emocioné muchísimo conociendo a esta persona que 35 años atrás me hizo tan feliz, a mí y a miles de malagueños. Los que sois de Málaga y tenéis más o menos mi edad sabréis de que os hablo. Conocer a Ventura, 35 años después y en un lugar tan remoto como Camboya ha sido una gratísima sorpresa. Además de todo esto Ventura y su hijo Jesús son dos excelentes personas con las que he tenido largas charlas y con las que he compartido unos momentos increíbles.
Vaya desde aquí, desde Camboya, mi homenaje a Ventura y a ese lugar que me hizo tan feliz y que se llamaba «El Guanche».
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